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7 de Noviembre.
Madrid, 2016. 


Que bonitas lucían esta tarde las calles;
tan inundadas de lucha, tan fuertes y tan nuestras.

Orgullo, rabia y dolor nos mueven.

Demasiadas, 
muertes no, 
disculpa pero no,
escúchanos reivindicar la verdad que olvidan los telediarios, 

DEMASIADOS ASESINATOS;
demasiados, nos levantan hoy más que nunca, 

y menos, 
ni una menos, 
ninguna más;

ninguna más, 
nunca más.

Nuestras manos (tan diversas y a la vez, tan firmes)
se proclaman libres cada vez que se tocan, 
y no hablo de la piel. 

Hablo de amor.
Hablo de sororidad.
Hablo de feminismo.
Hablo de la lucha de las mujeres.

Hablo de ti, por favor.
Por derecho y favor a ti, 
déjame que hable de ti.

Nos catequizan, nos adoctrinan, nos imponen, 
(la sociedad patriarcal 
-el cada vez más acabado-
 patriarcado)

el miedo y el odio.

MIEDO al hombre; como género, como ser superior y destructivo, como líder y como amo.
ODIO a la mujer, a su conjunto, a su esencia, a su deseo, a su libertad, odio a la que no sirve. 

(Porque ser mujer implica servir, servir al hombre, servir a los hijos que ha de concebir, servir, sin más, a la sociedad, a todo menos a ella misma, servir bajo el legado patriarcal. ¡Exacto! La mujer nace para servir, si no, es solo otra cualquiera ¿no?) 

¿Lo oís? 

Son risas, alborozos, risotadas, 
son  C A R C A J A D A S
en la cara de 
lo absurdo,
lo ridículo, 
lo disparatado,
lo exhausto de barbarie.


Y  G R I T O S,
son gritos 
de valentía,
de justicia, 
de desesperación,
de escandalosa fortaleza.

¡Atrás el horror en la mirada!
¡Arriba el desafío en los ojos!

¡Abajo el temblor en el alma!
¡Adelante el hambre de victoria!

Que se aparten las masas, 
que paren de prometer libertad,

que nosotras somos libertad, 
no promesas en discursos políticos. 

7N.










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